lunes, 24 de junio de 2013

LA PANTALLA PLANA

Las moléculas del agua no están estrechamente unidas entre sí y por eso el agua es un líquido que fluye adoptando la forma del vaso. Al congelar el agua estas moléculas se enlazan unas con otras creando una red periódica, los cristales de hielo. Estos sólidos cristalinos tienen una estructura que hace rotar la luz que les llega. En el siglo XIX se descubrió que algunos líquidos adoptaban este comportamiento, los cristales líquidos, algo que no tuvo ninguna aplicación hasta nuestros días. Hoy, a diario usamos la tecnología de los cristales líquidos, el despertador digital que nos despierta y la televisión que vemos por la noche en pantalla LCD ( Liquid Crystal Display). Ello gracias al físico escocés  George Gray quien hizo cambiar el mundo en el que vivíamos de enormes y costosas pantallas de rayos catódicos a delgadas y baratas pantallas planas.
Los cristales líquidos están formados por moléculas alargadas que cuando les llega la luz polarizada la dejan o no pasar dependiendo de si el  plano es perpendicular o paralelo a la orientación de las moléculas. La dirección se controla con una pequeña corriente eléctrica. En un reloj digital cada una de las siete barritas que forman los dígitos se hace opaca y se ve negra o se vuelve transparente y no la vemos porque una señal eléctrica orienta o desorienta las moléculas de cristal líquido.
En la década de los 70 el problema práctico era que todos los cristales líquidos conocidos tenía  una temperatura de fusión muy alta. Fué en 1973 cuando Sir Gray encontró la solución descubriendo los cianobifenilos compuestos que permiten desarrollar la inmensa industria de las pantallas de cristal líquido a temperatura ambiente y bajo coste. 
Hoy podemos disfrutar de esta tecnología en nuestra vida cotidiana, relojes, alarmas, móviles, pantallas de ordenador, pantallas de televisión y un sinnúmero de dispositivos que nos hacen la vida más fácil y digital. Gray falleció el mes pasado pero su legado perdurará para siempre.

jueves, 6 de junio de 2013

El INFINITO Y MAS ACA

El Infinito es una palabra de cuatro sílabas en casi todos los idiomas, motivo suficiente para desconfiar de ella. Ha logrado acaparar montones de marcas comerciales desde zapatillas hasta altavoces musicales que yo he tenido la suerte de disfrutar en mi Servició Técnico. Hoy me he enterado que tambien es el nombre de un grupo musical coreano de chicos fotocopiados que están arrasando en las pistas de baile asiaticas como ya lo hiciera el fenómeno "opakandastar".
Mi profesor de física nos enseño un experimento muy simple: si coges un trozo de cinta y unes sus extremos tras  dar un giro de media vuelta a uno de ellos, obtienes la cinta de Moebius, un ocho sin solución, con una sola cara a pesar de sus tres dimensiones.
El Infinito lo inventó un matemático griego para resolver una ecuación que no tenía solución. Inquietante. Pero es que el cero resulta igualmente inquietante y todo el Mundo parece comprenderlo, incluso aceptarlo como saldo en su cuenta corriente. Este señor se llamaba Zeno de Elea y manejó este concepto allá por el siglo V a. de C. mientras en nuestra querida Península Ibérica nos  matábamos a pedradas por cosas finitas y mundanas como un oso, un ciervo o la mujer de la cueva de al lado. Por aquel tiempo el astrónomo Hyparco fué capaz de medir con asombrosa precisión la distancia entre la Luna y la Tierra, al que por cierto los posteriores siglos de oscurantismo que siguieron con el Cristianismo hicieron atribuir a Colon la gloria de demostrar que la Tierra era redonda 1600 años mas tarde. Que triste...
A lo que vamos. En ocasiones el esfuerzo es inútil, circular y vicioso. Cuando visté islandia, tuve ocasión de visitar el museo  Reihjavik, parece ser que este pueblo milenario era mucho más listo que lo que nos enseñan en los dibujos animados. Ellos temían a la serpiente Jorgunmand, que se devoraba a si misma mientras abrazaba el Mundo, en la busqueda del eterno retorno. Un esfuerzo inútil.
Nunca me siento más lejos del Infinito como estos días en que haga lo que haga siento que no he hecho nada o que si lo hago nunca lo acabo y por supuesto me siento insatisfecho.
Eso es el cero y lo demás son tonterías.